Sentada mientras contempla su reflejo cansado y termina de atusarse sus estrambóticos cabellos, se coloca las horquillas de rigor. Guarda el aparato insuflador que tan poco le gusta usar pero que utiliza porque no quiere que al levantarse parezca que su cabeza ha sido manipulada por un esperpéntico imitador de Eduardo Manostijeras y de repente se sobresalta al escuchar un tronar molesto fuera. Cierra el armario. Otro estallido. Mete los pies en la bañera, abre la ventana que está justo encima y se asoma apoyándose en el alféizar.
Podían haber sido los truenos de una guerra revolucionaria, que se hubiera levantado a fuerza de disgustos, liderada por un coronel Aureliano Buendía anacrónico, que estuviera tan fuera de sitio como sus pensamientos flotantes...
Pero no es más que pólvora de colores que explota en el aire y ensucia el cielo con una escala cromática de tono insalubre. El estruendo retumba más allá del colegio que preside su calle y se le presentan como la contestación a las bayonetas que refulgen en el cielo descolorido. El aire no trae más que las nubes extinguidas después de tanto esfuerzo inútil en un vano intento de crear algo bello.
Se siente un poco Evey Hammond... ¿Por qué no volar el Parlamento?
Qué chulada...
ResponderEliminarQué pena que no fuese Aureliano Buendía... con lo que me habría gustado saber cómo es en realidad... jajaja. Y Amaranta, y Remedios la Bella, y...
¡¡¡Pero mejor así!!!
Sí mejor así... ¿una guerra cerca de mi ventana? No! qué vivo en un bajo! xDD :D
ResponderEliminarjajajja, entonces no...yo que vivo en un 4º, ya se pueden matar a palos, que siempre soy una feliz espectadora desde las alturas...
ResponderEliminarClaro, los de arriba siempre ven bien todo y además tienen terraza xD A los demás que nos cotilleen las vecinas cuando pasen, jaja^^
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