martes, 23 de noviembre de 2010

El Príncipe de la Dulce Pena

He visto un castillo de llamativos colores, en un lugar muy lejos de aquí, donde las gentes hablan parecido y a la vez muy extraño.

He subido un camino interminable hasta llegar al palacio, porque al príncipe le gusta estar solo.

Y ya en los dominios del príncipe he seguido subiendo hasta llegar al palacio, que se alza imponente y alegre y melancólico a la vez, al cual he contemplado desde abajo con ojos enormes e incrédulos.

El palacio parece de cuento, el príncipe tiene buen gusto, sin duda, y desde sus muchas torres, se ve el mar, a lo lejos.

Os he hablado del castillo, ahora os hablaré de su dueño.

el Príncipe de la Dulce Pena, es un romántico perdido, de hecho su reino, es la capital del Romanticismo del País de la Extraña Cercanía.

No hace falta decir que es hermoso, todos los príncipes que conozco lo son. Aunque esta vez son dos cristales marrones los que embriagan.

Ama la melancolía, en eso nos parecemos, bastante, es de los pocos que saben disfrutar del placer de estar triste. Y no sé mucho de él, los príncipes no se abren tan facilmente como los comunes mortales, y mucho menos a tristes doncellas.

Aunque hay una cosa curiosa, seguramente nuestro Príncipe nunca haya estado en su reino, y probablemente no sepa que es suyo, pero yo se lo regalo, porque se lo merece.

Y se regalarían muchos más palacios si hubiera más príncipes que regalasen luz y esperanza a ingenuas delirantes. Y entonces el mundo, sería más bonito, pero ya no tendría sentido evadirse, así que mejor lo dejamos como está... para que no todo el mundo sea príncipe, ni vaya enloqueciendo doncellas.


Palacio da Pena, Sintra. Portugal.

4 comentarios:

Venga, no te vayas así. Delira un poco :)