martes, 27 de marzo de 2012

La chica del vaso de agua.

La chica del vaso de agua lo hacía girar entre sus manos. Lo movía en círculos, deteniéndose a mirar la trayectoria de las gotas desperdigadas y cómo éstas dejaban un tenue trazo por el cristal ajado de un bar en alguna parte. La chica del vaso de agua estaba pensando. Tal vez en alguien, tal vez en algo, tal vez en nada...

La chica del vaso de agua pensaba en otra chica. Pensaba en lo bien ideado que estaba su plan de defensa. En cómo escondía su corazón dentro de una coraza para que cualquiera que estuviera dispuesto a llevárselo, se la llevara también a ella. Pensaba en si le funcionaría a ella ese plan, hasta llegar a la conclusión de que su corazón era demasiado arriesgado para intentar encerrarlo.

Luego pasó a pensar en una melodía. Una melodía que empezaba con los mismo acordes que acababan de arrancarse en el ambiente turbio. Pensaba en textos plagados de metonimias. En oler sinestesias en el viento y en esculpir colores en el aire.

La chica del vaso de agua pensaba en el chico que estaba entrando por la puerta. En ese de pintas extrañas y olores tatuados en vainilla y coco. En alfileres de colores clavados en el alma. En rayos de sol que se cuelan por persianas. En notas de risas desenfrenadas. En mariposas suicidas y en los huevecillos que dejan en los estómagos cuando despunta la primavera. La chica del vaso de agua pensaba en el chico que salía por la puerta. En el chico que no la había visto. En el chico que jamás la miraría. En el chico que se iba para no volver.


Vous savez, la fille au verre d'eau, si elle a l'air un peu à côté, c'est peut-être parce qu'elle est en train de penser à quelqu'un...


-Y entonces él salió y nunca más lo volvió a ver.

-¿Y ya está?, ¿así acaba la historia?

-¡No!, ¡no puede acabar así, mamá!

-Claro que no, era una broma...

>>¿Cómo si no iba a estar yo aquí contándooslo?

viernes, 23 de marzo de 2012

Nada.

Colapso neuronal. Crisis nerviosa. Llanto incontenido. Abrazos forzados. Sonrisas impuestas.

Y luego nada.

Nada. Nada como al principio, nada como a lo que sigue a ese principio, nada ahora, nada ayer, nada mañana.

La luz que traspasa sus párpados tiene un extraño tono anaranjado. Puede que sea el atardecer de una bonita galaxia o solo el cielo de este mundo hastiado.
Reposa su cabeza en el pecho de la Chica de Madera, esa que esconde su corazón dentro de una caja para que no le hagan daño. E ignora los murmullos del resto de pasajeros del vehículo flotante. En unos minutos habrán dejado tan atrás la ciudad de los Sueños Rotos que todo parecerá un mal sueño.
Mientras sigue con los ojos cerrados, y se inspira con el falso Sol que se cuela entre sus pestañas piensa en la ciudad de los Sueños, con su reloj que suena en todos los cuartos de hora con una melodía siniestra y apaciguadora. Piensa en el paradójico nombre de la ciudad, en que sólo allí ha conseguido ser realmente feliz. Piensa en los matices del sintagma, en que los sueños rotos es lo único que queda cuando te subes al trasto flotante. Lo único que quedará de ti en esa ciudad de la alegría emponzoñada será uno de tus sueños flotando en la estúpida melodía de colorines que imponen a sus habitantes.




No van a volver, y ellas lo saben. Pero aún queda un ratito para poder dormirse en el pecho de la chica de madera. Antes de que se venga encima el llanto incontenido, el colapso neuronal y la crisis nerviosa antes de que sólo queden los abrazos forzados y las sonrisas impuestas. Y luego nada.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Azul eléctrico.

Dotado de un histrionismo nada desdeñable y de una realidad que se presenta palpable, los escalofríos no se pierden ni aun con tanto desvarío.

Reprimido, compungido.

Y es que aquí nada tiene ya lugar. Tus manos son más hermosas todavía cuando se dejan soñar.
Esas caricias que despeinan cada poro de mi piel levantan viejas pullas entre el alma y el papel;
y la pluma sale huyendo de mi mano, al parecer, no soportan las envidias entre tanto perecer.
Y el humo de tu cigarro empañando mis suspiros, complicando al aire tibio la huída de tus respiros.
Y ese beso sin sentido,

consentido, agradecido,

apagándose en el aire y extinguiéndose en el tiempo. Perdurando en la memoria y en el rastro de este viento.
Exhalando en cada idea todo aquello concebido, y es que ahora, vida mía, el presente es lo que existe.

Resiste, preexiste...

Y desiste de ver funcionar esta historia que tal vez nunca tuvo lugar.
Entre esta espada y pared, pecho y espalda, caída y suelo y sin recelo vuelve a hacerlo una vez más.
Mírame y siénteme, y dime que, tal vez, esta vez, en la lluvia, en el espacio, en este anacrónico epitafio, esos ojos, tus ojos, eléctricos, sintéticos, sinestésicos; patético mi empeño en no dejarte vencer...

Perder, desaparecer,



querer que tus ojos azules me miren ya otra vez.

lunes, 19 de marzo de 2012

Wish you were here.

Abro los ojos y no estás. Pero no me preocupo porque esa guitarra que adorna mi habitación sin que yo sea capaz de hacerla cantar está sonando, y es gracias a tus manos que la acarician.
Me da el sol en la cara pero no intento moverme, para que no descubras que ya estoy despierta y pares de tocar. Cierro de nuevo los ojos y me voy enamorando poco a poco de cada acorde que consigues hacer que suspire la guitarra que se cansó de mis manos.

Pero no puedo. No puedo aguantar la risa y acabas descubriéndome. Te acercas, me das un beso y los buenos días. Y te tumbas a mi lado en esta cama que sólo vive para acunarnos. Y sé que existe algo ahí fuera a lo que llaman tiempo, que usa la gente que no somos nosotros, pero que entre estas cuatro paredes no se atreve a asomarse porque a nosotros con el aire nos basta.
Vuelves a coger la guitarra y siento celos de que acaricies otras curvas que no sean las mías. Pero no puedo hacer más que mirar cómo mueves los dedos tan despacio y de una forma tan extraña y lejana para mí... De vez en cuando me miras y te ríes, porque la << o >> que dibujan mis labios debe ser muy graciosa...

Y mientras yo me río de estas invenciones mías que huelen a tu colonia y a café y que se proyectan en mi mente en blanco y negro, me río por no llorar, porque



abro los ojos y tú no estás. Los almendros bailan ahí fuera. Todo es precioso, pero tú no estás. Y cómo me gustaría que estuvieras aquí...

domingo, 11 de marzo de 2012

Penny Lane is in my ears and in my eyes...

Suena de fondo una canción de los Beatles, y entre beso y beso sólo llegan notas del bajo de McCartney...

-Abrázame.

-Sabes que esto no es real.- dice sin dejar de hacerlo.

-Parece mentira que eso me lo digas tú -dice riendo-. ¿No había un chiflado de esos que estudias tú que decía que los sueños eran otra forma de acercarse a la realidad última y verdadera?

-Sí, como el arte, según Schopenhauer.

-Pues ya está, abrázame y que no se note que estamos soñando.

Y sigue Penny Lane de fondo, dando más credibilidad a mis sueños y dejándonos estar juntos sin que nadie se entere, un ratito más, por lo menos hasta que acabe la canción...




La he puesto en modo repetir.

jueves, 1 de marzo de 2012

Dilogía.

Ten cuidado porque podría acostumbrarme...

Podría acostumbrarme a tu olor a extrañeza y humo. Incluso podría hacerlo mío, un beso y está hecho.
Ten cuidado porque podría coger las medidas de tu espalda, y hacerme una colcha en tu pecho. Ten cuidado con esa mirada puntiaguda de gato barriobajero, porque podría querer grabarla una noche sí y otra también en mi pecho.
Podría romper de un bocado ese jodido trecho, doscientos veinte centímetros que separan tu boca de mis sueños.

Ten cuidado con lo que dices, podría creérmelo. Ten cuidado con lo que pienso, podría ser cierto.
Ten cuidado con la poesía que inspiras, con las notas que recitas, con el corazón que palpitas...

Ten cuidado porque podría acostumbrarme a vivir del cuento, a mendigar de las fábulas esas que nos tienen contentos, a burlarme del pathos de cualquier tragedia griega para encontrarte en cada esquina de nuestra comedia latina.

Ten cuidado porque podría acostumbrarme a quererte, a respirar tan solo y para poder verte, y entonces tendrías que acabar por romperme el corazón, de un balazo, sin similicadencia y plagado de convicción... Una palabra, tal vez dos. ¿Para qué más?




¿Verdad que es una absurda dilogía ésta, la de entre tú y yo?