martes, 10 de mayo de 2011

El poeta sin versos.

No sé quién es. No sé si tiene nombre, tal vez es de aire, como el mío. Lo llamo el poeta sin versos porque perdió todos los versos que jamás ha escrito. Y los que ya tenía salieron volando en un torbellino de desesperación. Apareció, cuando ya nadie le esperaba, en el Palacio en las Nubes, con la corbata torcida y un montón de folios en blanco. Con una sonrisa extraña en el rostro y un huracán portátil como presente. El violín desafinado paró súbitamente su oda monotemática y el alma conformista rió carcajadas de esperanza estúpida, de esa que encuentra tan rápido como pierde. Aquella noche volvieron los viejos bailes victorianos, pero ellos no bailaron. El poeta tenía un soneto escrito para ella, con su historia.

Y cuando se colocó las gafas de plata para leer lo que había escrito vio que lo había perdido todo. Y ella rió una vez más. Porque siempre supo que lo que se escribe con plumas de aire comprimido, se borra si no lo soplas antes.

2 comentarios:

  1. Qué decir... lo de siempre... Chulísimo. Escribes muy bien, transmites un montón con historias que podrían ser sencillísimas y eso es una gran virtud. ¡¡¡Sigue así!!!

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  2. Muchísimas gracias, Irene. Me ayuda mucho a escribir saber que a alguien le gusta :DDD

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Venga, no te vayas así. Delira un poco :)