miércoles, 27 de noviembre de 2013

Golondrina

No sé si tendré
el corazón
lleno de fisuras.
Solo sé que
me he sentido
rota
tantas veces,
que buscar mis piezas
esparcidas por el suelo
y meterlas
en el hueco del pecho
a veces me resulta
demasiado común.

En cuanto
a amores,
los dos primeros
no se clavaron
tan dentro.
El primer desgarrón
lo dio ella.
Intenté enjaular
a una estrella,
agarrarme a su luz
para no estar
a oscuras
y solo conseguí
consumirme.
Encogerme
hasta hacerme 
minúscula
y explotar
como debió de hacer
ella
hace millones
de años.

Pero no importó
porque
de ahí salí
hecha barro
y cielo.
Y por eso a ti,
mi vida,
te pedí un nexo,
igualdad, 
un lazo
que pudiésemos 
atar más fuerte
o deshacer
tirando 
cada una
de un extremo.

No puedo
permitir
que esto
se me olvide:
no puedo quererte mía,
sino tuya 
conmigo.
Y quererme a mí
mía
contigo.

Tal vez 
debería comprender
y no llorar 
por ello
por qué Hegel
diría
que el amor
muere en el 
instante
en que nace.

Tal vez 
debería 
tomar a 
Coelho
más en serio
y entender
que solo serás
para siempre
si no te tengo.



Y que lo bonito 
de esto
es que
siendo pájaro
elijas dejar al ciento
y escoger mi mano.