viernes, 21 de diciembre de 2012

Refugio navideño.

Navidad es esa época de reencuentros. Ese momento en el que la gente se mueve por la inercia y decide quererse un poco. La excusa perfecta para ella.

Nunca soportó no sentirse querida. No sentirse necesitada. Jamás soportó que las personas a las que realmente quería pudieran vivir sin ella. Así que un día se fue. Y renunció a volver... excepto en Navidad.
Ese era su plan secreto. Faltar todo un año, para que a la gente de donde volvía les diera tiempo a echarla de menos. A darse cuenta de que no estaba. Para ser feliz y sonreír con la imagen de alguien esperándola en un aeropuerto al otro lado del océano. Y, en realidad, era la única manera que tenía de seguir adelante.

 Así que llegaba todos los años, con una maleta con apenas ropa y un montón de regalos. Se encontraba con la gente, recordaba cosas, momentos... y después se marchaba. Antes de que acabaran las vacaciones. Sintiéndose algo más querida.




Y preguntándose si también habría reencuentro al regreso a su lugar de huida o si tendría que quedarse más tiempo en el refugio navideño.

lunes, 3 de diciembre de 2012

En noches como ésta.

''En noches como ésta la tuve entre mis brazos...''

En noches como ésta me acuerdo de esa noche. Aquella noche extraña con su extraño idilio.
En noches como ésta -que podría ser cualquier otra- en la que me apetece romper cosas, o tirar mi vida por la ventana, me acuerdo de esa noche y me calmo un poco.

En noches como ésta, me salva un poco esa noche efímera, de un lejano y fugaz día de algún septiembre que no sé si recuerdo haber vivido. Estabas más preciosa que nunca, y eso que sólo recuerdo la luz de tus ojos y el tacto de tus brazos. La considero una noche especial -al margen de todas las que paso contigo- porque es el mejor recuerdo de abrazo que tengo. Me abrazaste sin coraza, ni física- sin esa que te pones para enderezarte la espalda- ni metafórica -esa que te pones para evitar rozaduras en el alma-. Y recuerdo la adecuación y el contexto de tu barbilla en mi frente. Y no sé si alguna vez ha habido puzzle que encajara mejor en toda la historia.

Noches como esa me salvan del frío y del invierno perpetuo en la recámara. Una noche como esa en la que fuiste tú, fui yo y también, si cabe, ese nos. (con abreviatura por si el morfema derivativo de género te parece muy feo, y prefieres creer que es todo distinto...)


En esta noche extraña, sin su tan extraño idilio, pienso un poco más y siento un poco menos -¿o era al revés?-. En noches como ésta me doy cuenta de que es imposible que no terminen hablando de ti todas las canciones, todos los poetas -entre ellos Neruda-, y todos los filósofos. Si te hubieran tenido delante, no hubieran tenido que preguntarse por no sé qué arjé de una fisis subversiva.