No podía soportar aquella horrible sensación en la que sentía cómo su corazón se oprimía contra su pecho, se retorcía y se contraía por el agudo dolor que provocaba el tumulto de mil alfileres incrustándose en el acerillo de su alma.
Después podía apreciar cómo el dolor se expandía y contaminaba los órganos circundantes para terminar desapareciendo y perdurar únicamente como un mal recuerdo de la traicionera subconsciente que reía bocanadas de humo en su cerebro.
Y lo peor de aquellas angustiosas evocaciones era la sensación de vacío que dejaban una vez se habían largado. De vacío y de miedo, porque después de retorcerse las sogas en su estómago, que mecían las mariposas suicidas, la tristeza emborrachaba hasta el último rincón de su insípido alma. Aquellas mariposas suicidas de belleza truncada que permanecían dentro de ella como el alcohol en la sangre, como el alquitrán en los pulmones y de las que no buscaba deshacerse, por mucho que consiguieran hacer desbordar sus ojos abnegados, y que al igual que una llaga mal curada, se agitaban con el ligero roce de sus labios, que venían a morderla en sus sueños envenenados con fresa y antimonio y a los que ella esperaba casi con delirio.
Nunca supo qué fue peor, si el remedio o la enfermedad.
P: Jodía guarra lo bien que escribe¬¬ *envidiaaaaaaa*
ResponderEliminarEmo: Deberias dedicarte a la escritura^^
Oh, madre mía! *o* Vi tu comentario en mi blog, y me metí en el tuyo... Por casualidad (mentira, yo tuve que ver: bajé el cursor...) encontré que te entrevistaron en Domingos Noveles *o* me he leído la entrevista, haha, la verdad es que yo tampoco sé de dónde viene esa manía de escribir... aish ^-^`
ResponderEliminarY me topé con esta entrada... algo tenía que escribirte! :D (Que por cierto, me encanta *o*)