No sabía si valía mucho, tampoco se lo había preguntado. Valía lo que pagaran por ella, que era más bien poco.
Y creo recordar que una rata soltó una carcajada mientras ella lloraba y algo viscoso le tomó la mano para llevársela a un infierno un poco más profundo que aquella cloaca.
¿El precio? Un café solo y dos corazones rotos. El que Rimbaud se llevó con Verlaine y el que no latía ya en su pecho por encontrarse en huelga.

De todas formas, el mundo no se hubiera fijado en que había una puta menos. Que por no saber, ya no sabía ni escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Venga, no te vayas así. Delira un poco :)