Estoy tirada en el sofá, mirando la tele sin ver nada. De vez en cuando capto alguna frase de la comedia idiota que ponen. Bastante superflua, que no exige un gran esfuerzo mental por mi parte.
Entonces oigo girar la llave dentro de la cerradura. Sufro un micro infarto, al fin apareces. Después de la pequeña explosión cardiaca intento serenarme inútilmente. Atraviesas la puerta del recibidor, te acercas y me das un beso en la mejilla. Me parece que has balbuceado un saludo, no estoy muy segura.
Busco mi mejor sonrisa -que ya nada tiene que ver con las de antes- y te la lanzo tan deseperadamente como quien intenta atrapar un león con una tela de araña.
-¿Qué tal en el bar?- te pregunto. Ahora es cuando un resorte escéptico salta en mi cabeza y me grita algo malo sobre ti. El resorte está atascado. ¿Por qué ibas a mentirme? Sé que no has estado en bar, pero sé que te creo cuando me dices que sí que has estado allí.
-Como siempre, nada especial.- Te miro sin decir nada y te sientes obligado a escupir algo más.-Estoy muy cansado, ya sabes lo pesado que se pone Miguel, me voy a la cama.
Mañana Marta me va a decir que salió con Miguel a cenar, pero yo aún no lo sé. Me acaricias el pelo y me besas otra vez en la mejilla. En mi mente resuena lejana la primera vez que me dijiste te quiero.
Apago la tele, bajo los pies descalzos del sofá y apago las luces mientras voy a nuestra habitación. Me meto en la cama con una extraña mezcolanza de nostalgia y resignación, e ignoro el hecho de que en los bares ya no se puede fumar, que yo nunca llevo colonia y hago como que no he visto el carmín corrido en tu barbilla.
Y me viene a la cabeza una canción de Metallica y pienso... hold me, until it sleeps mientras me abrazo un poco a ti, porque después de todo, creo que me quieres.
*-*
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