viernes, 22 de abril de 2011

Hetfield.


¿Has temblado alguna vez con una voz?

Una voz que se rompe, que se rasga, que vibra, que grita. Que casi hace que te desvanezcas y va hilvanando por dentro una melodía subjetiva, que te embriaga, que te envuelve, y la guitarra lo acompaña y tú con ella, pues te lleva, te lleva lejos. Y subes el volumen, porque cuando la canción baja el tono y suben la batería y la guitarra rítmica apenas logras oír su intrínseca voz y ahí es cuando más dulce suena. Y los brazos de corcheas te arropan, te acunan. Silencio. Punteo. Bajo. Platillos. Delirios interminables de guitarra que te mecen. Y de nuevo, él. Su voz suave o áspera, según la frase. Sugerente, envolvente, inexpugnable. Y tu alma navega por los arcos que describen las notas en el pentagrama, arrullada por el calor de una voz. De su voz. Única, incomparable, que perdura en mi cabeza y que se queda grabada en el subconsciente. Y lo mejor, lo mejor de todo es cuando acaricia la guitarra, y sólo está él, susurrando, con los ojos apagados, regalándonos unos instantes mágicos, diciéndonos que nada más importa.


Y es verdad, porque sólo la música es capaz de hacernos olvidar de esta forma, y sólo su voz me lleva tan lejos.

2 comentarios:

  1. Cuánta emoción en unas cuantas líneas. Impresionate!
    puedo escuchar de fondo Fade to Black, all nightmare long...sin necesidad de poner la música ;)

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  2. Bueno, en realidad lo escribí escuchando te unforgiven, pero vamos, la voz, la voooz ~ tú ya me entiendes *¬*

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Venga, no te vayas así. Delira un poco :)