viernes, 28 de enero de 2011

Materialismo romántico.

Podríais tacharme de materialista con atisbos diogénicos y especial propensión a objetos sin valor alguno o más bien escaso.
Tal vez mis mayores tesoros materiales sean unos pendientes verdes de cristal de Murano que alguien me regaló una vez, una púa multicolor en la que otro alguien me escribió que el mundo es mío, mi diversa colección de colgantes y el anillo de mi abuela. Mis agendas de instituto, entre otros múltiples pequeños tesoros inútiles, llenas de ilusiones adolescentes, de momentos irrepetibles, de amores frustrados y de equivocaciones baladíes.
Por lo tanto, entre mis numerosas y exacerbadas definiciones y adjetivos contrapuestos también deberíamos decir que soy coleccionista inconformista de instantes y fotógrafa ofuscada. Mi cámara la guardan mis pestañas y el negativo se refleja en mis pupilas. Con mis ojos de búho desubicado intento grabar en la retina cada atardecer ardiente y cada mañana helada. Cada sonrisa que alguien me regala, cada mirada de afecto, cada abrazo reconfortante y cada ilusión estúpida. También cada abrazo roto, cada sonrisa partida y cada desilusión impertérrita.
Porque para mi tienen valor cosas que a otros les parecen insignificantes. ¿Alguna vez te has parado a recoger un billete de metro que te has encontrado en la calle?


A veces me gustaría poder guardar un copo de nieve en un frasquito de cristal.
¿Para qué? Eso es lo de menos.

9 comentarios:

  1. las cosas insignificantes son las mas bonitas y valiosas, esas que siempre recuerdas ^^
    por cierto me encanta tu entradaa!

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  2. Sí, las cosas más tontas tienen mucho más valor que cualquier objeto que se pueda vender.
    Lo perdí, pero hace tiempo tenía una cosa que era como un "minitesoro": Un frasquito pequeño con aire de París.
    Se lo di a mi hermano cuando yo no era ni adolescente aún para que en su primer viaje a París lo llenase del aire de la ciudad que yo anhelaba conocer (y que posteriormente conocí)

    Cosas tontas, pero valiosas, al fin y al cabo.

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  3. Cosas pequeñas, sin valor aparente pero con valor incalculable a veces... historias guardadas, secretos! Esos objetos suelen tener cierta magia, lo reconozco^^

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  4. Madre mía, que cosa más bonita, un frasquito de aire de París, cuando consiga por fin ir a Venecia llenaré yo también uno:) Pauli, sol^^

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  5. qué razón tienes Berta. Amí también me gusta guardar cosas insignificantes, como por ejemplo, botellas de plástico, pero no unas cualquiera, sino lasque nos daban el año pasado cuando fuimos a París.

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  6. ¿Y qué tal guardar una sonrisa en un sello de 1 cm por 1 cm? Y si alguien le reclama dices: No, es que ha tenido que salir a ver las manos de alguien! :)
    Precioso guapa! :D
    kiss

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  7. preciosa entrada!voy a seguir cotilleando, pero antes de despedirme quería invitarte a mi baúl,por si quieres compartir algún sueño con todos los amigos de Coquette.
    te espero!
    hasta pronto =)

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Venga, no te vayas así. Delira un poco :)