domingo, 9 de enero de 2011

La vereda de la puerta de atrás.

Hay días en los que ni yo misma me aguanto. Es ver un espejo y apartar la mirada.
Hay días en los que el mundo va demasiado deprisa, y me cansa seguir el ritmo, hay días en los que todo me sienta mal. Hay días en los que todas las sonrisas son falsas, días en los que los odio a todos, y en realidad, todos me son indiferentes. Hay días en los que lloro, y me da miedo decirlo, porque no sé cuál es la razón. A veces creo que en esos días simplemente debería coserme la boca, y salir por la vereda de la puerta de atrás, sin decir adiós, sin dar un portazo. Espérame conejito, te sigo lejos, donde no haya espejos, no quiero ver mi estúpido rostro hipócrita, de quien finje ser quien no es, de quien en realidad no es nadie, y de quien no sabe si eso realmente le preocupa.

De quien solo quiere salir, por la vereda de la puerta de atrás, y volver dentro de un rato.

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