domingo, 9 de enero de 2011

Baile de máscaras.

Ella no baila. Está sentada en un rincón, mira como la gente se divierte y solo ve imágenes desenfocadas. No percibe el ruido, ni las voces, ni las risas. Solo nota como una lágrima le resbala por la mejilla. Está sola, siempre lo ha estado. No sabe por qué finalmente se ha decidido en ir al baile esta noche. Piensa que hubiera sido mejor quedarse en casa... aunque sabe que no es así. Está harta de oír gritos, golpes y portazos, es mejor haber venido, aunque solo sea para hacer tiempo hasta que su padre se duerma, y con un poco de suerte no la oiga llegar. No sabe que él la mira. Él la conoce. No han hablado jamás, pero se conocen. Sabe que es ella por ese collar tan hermoso que lleva en el cuello. Lo lleva desde la primera vez que la vio. Es un colgante dorado con una golondrina. Ella sueña a menudo que es un pájaro y que se escapa volando por la sucia ventana destartalada de su habitación. Eso él no lo sabe, pero le gustaría saberlo, y estaría dispuesto a salir volando con ella si pudiera. Él está decidido, es el tercer año que la mira en el baile, desde lejos, y ha imaginado montones de veces lo que debe hacer ahora. Ahora debe acercarse, e invitarla a bailar. Pero no lo hace. Ella se cansa y decide salir al balcón. Él la sigue y la observa desde el interior, escondiéndose detrás de las cortinas de terciopelo verde que adornan el precioso salón. Él sabía que esto iba a pasar. Sabía que no se atrevería a decirle nada, aunque se había convencido de lo contrario. Pero es astuto y no está dispuesto a dejar pasar la ocasión, lleva demasiado tiempo esperándola. Ella sigue en su mundo, apollada en la barandilla, con la cabeza entre las manos y la mirada perdida. Él se acerca y le deja una nota, justo al lado de la máscara dorada y blanca, con forma de gato que ella se acaba de quitar. Una figura, ataviada con un disfraz, que alguna vez fue negro y una máscara con pliegues en la frente, los cuales están decorados con letras, abandona el baile. Nadie se percata. Un soplo de aire hace tintinear los cascabeles que cuelgan de la máscara de ella. Se gira y encuentra una nota junto al felino sin ojos. Sorprendida, desdobla el arrugado papel, y una hermosa caligrafía reza: 'A medianoche en el puente que hay junto a tu casa, tengo algo que decirte...' El primer pensamiento que le cruza la mente, es que se trata de un loco chiflado, sigue leyendo y lo confirma: 'Puedes pensar que estoy loco, no por ello dejes de venir, por favor' Ella siente curiosidad. Quién será, y qué será eso que tiene que decirle. Él sabe que irá, no sabe por qué, pero lo sabe. Ella también sabe que irá, tampoco sabe por qué pero lo hará. Así pues, mira el reloj, se ata la máscara y vuelve al bullicio del baile, ahora sí lo oye, pero es tan confuso que lo ignora, siempre se la ha dado bien evadirse. Y con su suave vestido morado, con ribetes dorados, se mezcla entre la multitud, y finalmente sale del palazzo. La dulce brisa hace tintinear una vez más los cascabeles, y envuelta en la oscuridad de la noche, se desliza entre las calles, mientras contempla la luna que se refleja en el canal. Ahora solo oye sus pasos, acelera el ritmo sin darse cuenta, y cuando vuelve a la realidad, su pie derecho ya está en el puente. Y allí está él, mirando el agua. Ella se acerca lentamente. Él se quita la máscara. Ella no se mueve, se ha olvidado de respirar. Él no puede dejar de mirar los enormes ojos oscuros que le devuelven la mirada desde detrás de la máscara. Alarga el brazo, pasa su mano por detrás de la cabeza de ella, tira suavemente de la cinta que sujeta la máscara y deshace la lazada. Los cascabeles tiemblan, y la ve a ella, tan preciosa como nunca quisieron que se sintiera. Y lo entienden todo. Y no les importa nada. Y en ese mismo momento, Venecia tal vez arda en algún lugar, quizás algunos duerman, o puede que no... da lo mismo. Su baile de máscaras empieza ahora, ellas son las protagonistas, pues son las únicas espectadoras del momento, les miran con sus cuencas vacías mientras bailan, sin música, el latido de sus corazones guía el pulso. Ahora, por fin, están juntos.


5 comentarios:

  1. *-*
    esta historia es precioosa!
    ojala estuvieramos en la epoca de bailes y mascaras
    tienes un don para las letras!

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  2. Oh, qué mono el Termo. Sí la verdad es que sería estupendo*-* En fin, nos hemos equivocado de época xD

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  3. si, llevas toda la razon xDD
    que felices seriamos viviendo en otras epocas mucho mejores que estas jeje

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  4. *-------------------------------------* Fantástico, como todo lo que ha sido escrito por tí! Genial *-*

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Venga, no te vayas así. Delira un poco :)