viernes, 23 de marzo de 2012

Nada.

Colapso neuronal. Crisis nerviosa. Llanto incontenido. Abrazos forzados. Sonrisas impuestas.

Y luego nada.

Nada. Nada como al principio, nada como a lo que sigue a ese principio, nada ahora, nada ayer, nada mañana.

La luz que traspasa sus párpados tiene un extraño tono anaranjado. Puede que sea el atardecer de una bonita galaxia o solo el cielo de este mundo hastiado.
Reposa su cabeza en el pecho de la Chica de Madera, esa que esconde su corazón dentro de una caja para que no le hagan daño. E ignora los murmullos del resto de pasajeros del vehículo flotante. En unos minutos habrán dejado tan atrás la ciudad de los Sueños Rotos que todo parecerá un mal sueño.
Mientras sigue con los ojos cerrados, y se inspira con el falso Sol que se cuela entre sus pestañas piensa en la ciudad de los Sueños, con su reloj que suena en todos los cuartos de hora con una melodía siniestra y apaciguadora. Piensa en el paradójico nombre de la ciudad, en que sólo allí ha conseguido ser realmente feliz. Piensa en los matices del sintagma, en que los sueños rotos es lo único que queda cuando te subes al trasto flotante. Lo único que quedará de ti en esa ciudad de la alegría emponzoñada será uno de tus sueños flotando en la estúpida melodía de colorines que imponen a sus habitantes.




No van a volver, y ellas lo saben. Pero aún queda un ratito para poder dormirse en el pecho de la chica de madera. Antes de que se venga encima el llanto incontenido, el colapso neuronal y la crisis nerviosa antes de que sólo queden los abrazos forzados y las sonrisas impuestas. Y luego nada.

4 comentarios:

Venga, no te vayas así. Delira un poco :)