Así que, ese fue el fin. Sin grandes miramientos. Sin grandes palabras. Sin elocuencia ni similicadencia. Sin sonrisas, pero tampoco lágrimas. Sólo el entendimiento de comprender que todo había sido un gran malentendido. Sin grandes delirios de libertad por no seguir enganchada a esos hilos de plata, pero con la convicción de que era eso lo que había que hacer.

La marioneta es fuerte, siempre lo ha sido. Ahora sólo espera que el próximo Romeo lunático que se atreva a insultarla diciendo que es bella, se piense dos veces lo que quiere poner en juego, y si está dispuesto a perderlo.
Dios que buenas estas dos últimas entradas! increíbles^^
ResponderEliminarkiss