domingo, 26 de febrero de 2012

Marioneta trágica.

El titiritero empezó a esconderse. A doblar la vista en las esquinas, a pensar que la marioneta extraña era demasiado complicada. A sopesar la disyuntiva entre lo que es bonito y el precio que se está dispuesto a pagar por ello. Y mientras él se cerraba en sí mismo, urdiendo un plan de escape que no se notara mucho, la marioneta comenzó a jugar con tijeras. A jugar con tijeras y a imaginarse cortando los hilos que, de vez en cuando, se le enredaban alrededor del cuello para que pensara cosas raras.

Así que, ese fue el fin. Sin grandes miramientos. Sin grandes palabras. Sin elocuencia ni similicadencia. Sin sonrisas, pero tampoco lágrimas. Sólo el entendimiento de comprender que todo había sido un gran malentendido. Sin grandes delirios de libertad por no seguir enganchada a esos hilos de plata, pero con la convicción de que era eso lo que había que hacer.



La marioneta es fuerte, siempre lo ha sido. Ahora sólo espera que el próximo Romeo lunático que se atreva a insultarla diciendo que es bella, se piense dos veces lo que quiere poner en juego, y si está dispuesto a perderlo.

1 comentario:

Venga, no te vayas así. Delira un poco :)