Las marionetas eran su pasión, desde siempre. Las veía tan hermosas, tan perfectamente vacías. Tan predispuestas a llenarse con sus falacias, a dejarse manejar para conseguir sus propios fines y lo mejor de todo es que ellas no podían reprocháselo.
Cuando se cansaba de jugar con una, buscaba otra nueva y repetía el proceso. Las marionetas eran su pasión, desde siempre.
Pero el titiritero se equivocó de marioneta.
Se enamoró, se encaprichó... -¿quién demonios sabe lo que hizo con exactitud?- de una marioneta extraña. De una marioneta ingenua. De una marionete estúpida, de una marioneta con miedo, con sentimientos, de mí.
¿Y ella qué hizo? Creerse muy lista. La marioneta se lo tenía muy creído, casi tanto como el titiritero. Si vamos a jugar, juguemos, se dijo. Pero las cosas nunca son tan sencillas... No cuando los dos que juegan no tienen lo mismo que perder: el titiritero puede perder su mejor pieza, pero a la marioneta puede no quedarle nada.
Así empezaron a jugar. A moverse dando los mismos pasos, a bailar al compás de la música que no suena, a pintar besos en el aire y a tatuar olores el uno en el otro. A olvidar que puedes caerte, a olvidar que vas a salir perdiendo, a querer por querer, a llorar por amar.
Siguen jugando. No sé cuánto va a durar. No sé si el titiritero dirá la verdad cuando asegura que la quiere. No sé si no miente, no sé si es tan buen actor como ella cree que es. No sé nada.
Solo sé que quiero esto. Aunque sea una misión suicida.
¡Hola!
ResponderEliminarNo conocía tu blog, pero ahora que lo he visto me ha encantado *__*
Te sigo. ¿Me sigues? :)
Blog: http://unmardelibros-kate.blogspot.com/
¡Saludos! ^^
Uffff, es genial Black Maiden!!! Qué sensación más extraña para ponerme a estudiar las hepatitis... jeje Molaaaaaa =)
ResponderEliminarY al titiritero le voy a dar yo... =)
Jajaja;)
EliminarÁnimo, Irene, que tú puedes!