jueves, 1 de diciembre de 2011

Once upon...

Huele en casa a quiche, a frío y a páginas de libro de algún escritor decimonónico.
Duermen las mariposas suicidas soñando con su muerte y con besos plagados de toxinas.

Huele a invierno y a café con mucha espuma, a labios impregandos de ella y a sangre mezclada con tinta.
A colapso neuronal, a necrosis cardiaca, a lágrimas con sabor a té. Huele a hielo y soledad, a máscaras de carnaval hastiadas, a rotos que no son suficientes para tanto descosido.

Y ella en medio del murmullo agónico de la tetera a punto de explotar y del polvo que se suicida desde sus manos al escribir después de tanto tiempo, vacía sus últimas gotas en la taza de porcelana mellada. Porque en casa huele a muchas cosas...



Pero de tu olor a letras y a antagonía no queda ni rastro.

3 comentarios:

  1. Es una pena que a veces no podamos recordar esos olores, como el de la persona a la que amábamos
    Un beso

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  2. Huele a lluvia... a esa tormenta que comenzó en trueno, estremeció en rayo al firmamento, y cuyo recuerdo aún queda en relámpago. Huele a recuerdo, a una leve e imprevisible punzada en el pecho. Huele a añoranza, a nostalgia, a melancolía. Huele a oscuridad, a vela extinguida, a silencio contenido. Y es un olor tan familiar que duele, y tan extraño que asusta. Es un olor fuerte, cercano, intenso... aunque no desagradable, y tampoco placentero.

    Me gusta cómo huele tu entrada... (;

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  3. A mí me encanta cómo huelen vuestros comentarios:DDD
    <3

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Venga, no te vayas así. Delira un poco :)