lunes, 14 de mayo de 2012

Bang, bang.

Decir que estuve enamorado de ella desde siempre sonaría un tanto pretencioso pero creo que se ceñiría de un modo más justo a la realidad, y es que, por mucho que doliera a veces, siempre estábamos juntos. Desde que éramos unos enanos que jugaban en el jardín de atrás, con palos haciendo de caballos y disparándonos con el dedo índice y el pulgar.

Seguimos juntos en el colegio y en el instituto, pasamos noches infinitas de verano contando las estrellas, siempre estábamos juntos pero nunca lo estábamos del todo. Ella era especial, no en el sentido que usan los enamorados para hablar de sus damas, ella era mucho más especial que todo eso. Y yo..., bueno, yo siempre fui un niño triste y reservado. Cuando venía a buscarme por las tardes yo siempre tenía un libro en la mano. No sé cuántas veces pudo romperme las gafas... Recuerdo un verano en el que mi madre, ya cansada llevar tantas veces las gafas a reparar, me dijo que hasta que no se acabara agosto no las arreglaríamos. Estuve todas las vacaciones con un trozo de celofán sujetando la maltratada montura de mis gafas... ella se reía a cada minuto.

Supongo que todo el mundo daba por sentado que acabaríamos juntos, que somos esa clase de persona que se complementan, bueno, yo siempre fui demasiado trágico e histriónico como para aceptar esa clase de comentarios. Ella era alguien especial y siendo solo un chaval con pinta de pardillo y flequillo ladeado ya supe que yo jamás podría hacerla feliz, que yo siempre sería esa especie de solitario que parece que amarga todo cuanto le rodea, así que, como podéis imaginar, me rompió el corazón -si no suena demasiado egoísta decirlo de ese modo- el día en que me besó por primera vez. Me alejé de ella y salí corriendo. Ignoro si alguna vez supo que si salí corriendo no fue porque no me gustara sino porque la otra opción era abalanzarme sobre ella en aquel mismo instante.




Salí corriendo porque no soportaba la idea de que fuese mía. De robársela al mundo. Se casó, creo. Tuvo críos. Me gusta pensar que fue feliz, que tuvo más de lo que yo hubiera podido darla.

Otras veces sueño que me grita. Siempre dice lo mismo. 'Yo no quería todas esas cosas. Yo solo te quería a ti'...
Y se me parte el alma en cada suspiro.

4 comentarios:

  1. 'Yo no quería todas esas cosas. Yo solo te quería a ti'...
    Y se me parte el alma en cada suspiro.

    LLORO, JODER, LLOROOOOOOOOOOO!!!!!! :( QUÉ PRECIOSOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!

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    1. Jajaja, muchas gracias, Natalis. Venga, que no es para tanto... jaja

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  2. Me encanta. El mayor de los sacrificios...

    http://www.youtube.com/watch?v=cEFgcn30glc

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Venga, no te vayas así. Delira un poco :)