viernes, 12 de agosto de 2011

El vals de las mariposas.

-¿Quieres bailar conmigo?

Y como el recuerdo de dieciocho mil sonrisas, tropecientos millones de caídas de párpados y billones de estupideces dichas, pensadas y sentidas se balancean en mi estómago las mariposas suicidas con ganas de bailar el vals desacompasado que interpreta la orquesta de la verbena fúnebre. Se mecen en sus sogas, con los ojos cosidos y una falaz sonrisa, cual espectro humillado llevan a cabo un patético paripé al verse bailando la melodía discordante que va inundando cada galería por la que circula mi sangre.

Incluso mis piernas se contagian de la danza nauseabunda y tiemblan descaradamente burlándose de la última brizna de cordura que se agarraba con fuerza a mi cabello, se envenena mi sonrisa con el tóxico polvo feérico y después, como una exhalación, estoy fuera de lugar.

La convulsión se vuelve tan insoportable en mi estómago que sólo se me ocurre vomitar mentiras y escupir lágrimas, esgrimiendo una nostalgia mutilada que se ríe de mí.






-Bailaré contigo, pero eso no implica que vaya a hacerlo bien.

4 comentarios:

Venga, no te vayas así. Delira un poco :)