Siempre en la búsqueda del instante perfecto, el lapso de tiempo único y preciso en el que es necesario llevar la acción a cabo, porque sientes que así debe ser. Estar en el momento y lugar oportunos, totalmente cohesionado con el espacio y el tiempo...
Así era él. Pasó su infancia sin salir a jugar, porque nunca era la hora correcta, el día idóneo para jugar con la pelota, el mejor momento para sacar las canicas...
Nunca llegó a graduarse: un gato negro se cruzó en su camino el día de su examen final y se dio media vuelta.
A ella nadie le pidió matrimonio. El viernes 13 no era el mejor día para pedírselo, y el sábado 14 cerró para siempre los ojos.
Era escritor, no porque escribiera, claro. Profetizó novelas, romances, dramas y liras que llegarían cuando fuera el momento de escribirlos.
Llegó a buscarle un 22 de enero. Le encontró en su escritorio, delante de un cuaderno y con una pluma en la mano, escribió sus últimas palabras.
A la mañana siguiente encontraron el cuaderno, la primera página estaba presidida por una frase escrita con letra apresurada: ''La historia de mi vida''.
El resto estaba en blanco.
Hay quienes pierden la vida esperando el momento correcto para hacer algo, sin darse cuenta de que el momento correcto es justo ahora...
ResponderEliminarAyssss, qué penilla me ha dado... ;)
El gran drama del ser humano es que no vive el presente y el presente es lo único que tiene.
ResponderEliminarTe iré leyendo :)
Saludos