sábado, 13 de octubre de 2012

Penélope.

'Love will find you', canturrean en mi cabeza, y les contesto que ojalá sea yo más rápida. No soy más que una gata asustada que da vueltas a un café frío. Alguien que blande ideales de día y tiene miedo por las noches. Alguien que en su particularidad bohemia prefiere el té rojo a la absenta.

Soy una gata asustada que, como Liz, solamente está aguantando en este tejado que quema. Con unas ganas de saltar enormes. La cola erizada, los nervios de punta. Tengo miedo y las pupilas dilatadas.

Tal vez tú no seas Ulises, empezando por un cambio de género; lo que está claro es que yo no soy Penélope. Que si te vas no podré esperarte, que nuestra ambigüedad será succionada por los desvelos y algún que otro movimiento sísmico. Yo no seré Penélope. Yo no alejaré a quien intente acercárseme, ya sea con falsas promesas o con risas sinceras. Yo nunca seré Penélope: yo no intentaré retenerte, porque eso no está en mi mano.  Yo no podré esperar veinte años a alguien que no volverá nunca. Y digo nunca porque en el momento en el que tal vez decidas volver ya no serás la persona a la que estaba esperando.


Y , por último, no seré Penélope porque yo tampoco seré la misma persona nunca más desde el momento en el que cruces esa puerta.

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