Hay personas que pasan su vida recordando cómo se conocieron. A mí me parece más bonito pensar que fue hace tanto tiempo que lo he olvidado. Que era tan pequeña que no podría recordarlo. Y, vaya por dios, lo sigo siendo.
Hay personas que tienen días tristes. Para mí ya lo son todos desde que descubrí tu secreto. No es un secreto malo, pero es un secreto demasiado grande. Lo gritan tus ojos cada vez que te miro, y por eso siempre estoy triste. No sé si tú lo sabes, o si te lo han dicho alguna vez, lo que pasa es que en realidad eres una estrella. Por eso siempre estás mirando al cielo, porque las echas mucho de menos. No sé por qué estás aquí, ni si tienes alguna misión celestial. Pero está claro, que como toda estrella, eres inalcanzable.
Hoy estoy triste, ahora que siempre estoy triste, y no es extraño. Hubo veces en las que llegué a pensar que abrazándote, te abrazaba realmente. ¿pero qué espacio puedo ocupar yo en el corazón gigante de una estrella? Y por mucho que digas que es un espacio importante, siempre será uno muy pequeño.
Hay personas que no saben lo que es dormir con una estrella. Yo sí lo sé, y no es fácil, porque nunca deja de brillar. Solía decir que sabía más cosas. Pero se me han olvidado todas desde que estoy triste. Y ahora que sé que eres una estrella ya no sé cómo quererte. Es muy difícil, ¿sabes?, porque no me explico qué podría querer de mí una estrella que no se conformaba con el cielo entero.
Estoy triste, y no debería extrañarte, porque hubo veces en las que pensé que te quedarías para siempre conmigo.
Pero dime tú quién puede retener a una estrella. Y dime tú cómo seguir a una estrella que sueña con el cielo.
sábado, 27 de octubre de 2012
sábado, 13 de octubre de 2012
Penélope.
'Love will find you', canturrean en mi cabeza, y les contesto que ojalá sea yo más rápida. No soy más que una gata asustada que da vueltas a un café frío. Alguien que blande ideales de día y tiene miedo por las noches. Alguien que en su particularidad bohemia prefiere el té rojo a la absenta.
Soy una gata asustada que, como Liz, solamente está aguantando en este tejado que quema. Con unas ganas de saltar enormes. La cola erizada, los nervios de punta. Tengo miedo y las pupilas dilatadas.
Tal vez tú no seas Ulises, empezando por un cambio de género; lo que está claro es que yo no soy Penélope. Que si te vas no podré esperarte, que nuestra ambigüedad será succionada por los desvelos y algún que otro movimiento sísmico. Yo no seré Penélope. Yo no alejaré a quien intente acercárseme, ya sea con falsas promesas o con risas sinceras. Yo nunca seré Penélope: yo no intentaré retenerte, porque eso no está en mi mano. Yo no podré esperar veinte años a alguien que no volverá nunca. Y digo nunca porque en el momento en el que tal vez decidas volver ya no serás la persona a la que estaba esperando.
Y , por último, no seré Penélope porque yo tampoco seré la misma persona nunca más desde el momento en el que cruces esa puerta.
Soy una gata asustada que, como Liz, solamente está aguantando en este tejado que quema. Con unas ganas de saltar enormes. La cola erizada, los nervios de punta. Tengo miedo y las pupilas dilatadas.
Tal vez tú no seas Ulises, empezando por un cambio de género; lo que está claro es que yo no soy Penélope. Que si te vas no podré esperarte, que nuestra ambigüedad será succionada por los desvelos y algún que otro movimiento sísmico. Yo no seré Penélope. Yo no alejaré a quien intente acercárseme, ya sea con falsas promesas o con risas sinceras. Yo nunca seré Penélope: yo no intentaré retenerte, porque eso no está en mi mano. Yo no podré esperar veinte años a alguien que no volverá nunca. Y digo nunca porque en el momento en el que tal vez decidas volver ya no serás la persona a la que estaba esperando.
Y , por último, no seré Penélope porque yo tampoco seré la misma persona nunca más desde el momento en el que cruces esa puerta.
lunes, 1 de octubre de 2012
Sáfico.
Quiero que seamos ambiguas.
Que seas arte, que seas prosa poética.
Quiero que seamos nudos,
sin ganas de atarse.
No seas cielo, sé tormenta.
No me abraces, amordázame.
Desátate, desátame.
Seamos Safo y sus delirios.
Seamos sueño. Sé filosofía.
No seas un sí, sé un depende.
Acércate mucho, mucho
y lárgate sin rozarme.
Escapa, ríe. Déjame con las ganas.
Y vuelve,
vuelve sin volver del todo.
Sé la noche. Sé la furia.
Sé ese pensamiento que a la luz del día no parece real.
Sé viento, sé alma.
Sé esa sonrisa que turba hasta el último nervio,
de la última fibra,
de todo el ser de Parménides.
Lo que no es, no es. Y por lo tanto, no existe.
Entonces, ¿qué, quieres ser mi ambigua?
Que seas arte, que seas prosa poética.
Quiero que seamos nudos,
sin ganas de atarse.
No seas cielo, sé tormenta.
No me abraces, amordázame.
Desátate, desátame.
Seamos Safo y sus delirios.
Seamos sueño. Sé filosofía.
No seas un sí, sé un depende.
Acércate mucho, mucho
y lárgate sin rozarme.
Escapa, ríe. Déjame con las ganas.
Y vuelve,
vuelve sin volver del todo.
Sé la noche. Sé la furia.
Sé ese pensamiento que a la luz del día no parece real.
Sé viento, sé alma.
Sé esa sonrisa que turba hasta el último nervio,
de la última fibra,
de todo el ser de Parménides.
Lo que no es, no es. Y por lo tanto, no existe.
Entonces, ¿qué, quieres ser mi ambigua?
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