Te vas acostumbrando al vacío emocional. Al rechazo, a la indiferencia.
Al principio te conformas. Te parece que esos pocos momentos de cariño bastan. Piensas que es normal rogar abrazos, remilgar besos. Crees que podrás sobrevivir al intervalo infinito entre unos y otros. Pero éste cada vez se hace más grande, y tú más pequeña. Poco a poco vuelve el frío, y te conformas con un apretón de manos, con una sonrisa. Con un guiño de ojos cada treinta y seis horas, que se hacen eternas. Eternas porque en esas horas les ha dado tiempo a tus demonios a recorrerte toda la espina dorsal. De cabo a rabo. Infectando tus pensamientos y embriagando tu alma de acero y soledad. Y no importa lo que hagas, da igual que te tires al suelo y empieces a patalear, porque nadie comprenderá qué es lo que pasa. Nadie sabrá nunca que lo único que quieres no es nada más que sentimiento. Sentimiento sentido. Que se sienta y se haga sentir.
Pero te sigues apagando, te sigues oscureciendo. Porque la brecha se hace más grande y sabes que tú no tienes la culpa, permitiéndote el enorme favor de no culparte a ti misma por esta vez. Porque tú no puedes elegir lo que sientes, solo taparlo o maquillarlo. Y con esta oscuridad ambas opciones son inútiles. Te acabas olvidando de todo lo bonito que te unía a Sole. Esa sensación de plenitud contigo misma y la razón es sencilla. Es que el contacto humano no te satisface. Porque el intervalo no es regular y no te sale eso de vivir del aire.
Al final te consumes. Te consumes como ese cigarro que nunca supimos fumarnos.
Once upon a time I was falling in love... Now I´m only falling apart...
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Venga, no te vayas así. Delira un poco :)