martes, 17 de abril de 2012

Delirios bucólicos.

Una vez escuché su historia. Me impresionó tanto que después de oírla, pasé casi medio año sentándome cada mañana en la misma mesa del mismo café enfrente de la misma tienda.

Era una chica increíble, y digo era porque llegó un momento en el que no la volví a ver. He soñado con su historia cientos de veces. He añadido retales y retazos por doquier, he inventado cientos de finales: contingentes, necesarios, abstractos, irreales, imposibles... pero todos sumamente verosímiles si hablamos de ella... La primera vez que alguien mencionó su nombre -uno de tantos, que obviaré puesto que no alcanzan si quiera a arañar toda la complejidad de su persona- y esgrimió alguien en el aire cuatro palabras sobre ella, quedé absolutamente prendado.
Tal vez os preguntéis si la llegué a conocer... quién sabe. Tal vez entre mis imaginaciones se escondía su esencia, lo dudo, y por si os lo preguntabais también, no, ella nunca supo de mí. Pero no me entretendré con minucias, sigo con la señorita del pañuelo a rayas.

Recuerdo la mañana en la que la vi por primera vez. A las 1o en punto me dijeron. ''Siéntate en la terraza del café de la esquina, y mira la tienda que brilla.'' Llegué un poco antes y creo que lo más hermoso que he visto en mi vida fue aquella visión de brillantes resplandeciendo que quedaron cegados cuando ella se bajó del taxi.

Allí iba ella y allí le seguí yo. Todas las mañanas de su vida, con el abrigo rojo en invierno, con sus pantaloncitos amarillos en verano, pero siempre aquel curioso pañuelo a rayas. A mirar lo que fuera que brillaba, que parecía que le susurraba historias a través del cristal.




Podríais decir que por qué nunca me atreví a presentarme. Bueno... diré a mi favor que lo intenté varias veces, aunque sin mucho éxito...

siempre me olvidaba las gafas de sol en casa.

1 comentario:

Venga, no te vayas así. Delira un poco :)