Ella me miraba, como si no me hubiese visto nunca.
Intenté imaginar un millón de sonrisas por cada surco en su rostro. Su mirada no cesaba, no era una inspección, no le importaba cómo fuera vestida ni mi apariencia, tan solo me miraba. Y yo no podía hacer más que sonreír, intentando jugar a ser la actriz que nunca fui.
El recuerdo de la última vez que nos habíamos visto se agolpó en mi mente, cómo ésta había aferrado mis muñecas como si temiese que fuera a desvanecerme. ¿Hace cuánto fue ya eso?
La estantería de su habitación estaba vacía, tan solo un frasco de cristal, que no sé si sigue guardando colonia destacaba. Entonces me escupió la soledad. Recorrió mi espinazo con el doble de fuerza que la noche anterior, cuando abandonándome a mí misma en un banco pasada la medianoche me obligué a quitarme la chaqueta para sentir algo más a parte de pena.
Recuerdo que me pregunté qué sentiría la mujer que no paraba de mirarme si yo estallaba en lágrimas sin preámbulo, allí mismo. Algo me llamó egoísta en mi cabeza, fue todo un alivio.
Y mientras volvía a casa de noche, una vez más, estreché con más fuerza el libro que llevaba entre mis brazos, odiándome por sentir aprecio por todo aquello que jamás podrá devolvérmelo.
Jamás supe que la abuela tenía los ojos azules. Y si alguna vez lo supe, lo había olvidado.
Entrada nº 100 de 2011<3
miércoles, 31 de agosto de 2011
jueves, 18 de agosto de 2011
Bloody Mary.
I won´t cry for you, see, when you´re gone I´ll still be bloody Mary.
No me mires así. Sé que nunca me has visto bailar de esta forma.... Ignora la sangre que cubre mi cuerpo y miéntete pensando que es purpurina, para que no pueda colarme en tus pesadillas.
Sí, soy yo, y no te lo repito, imbécil.
Me deslizo entre los cuerpos sin vida que yacen bajo mis pies en una danza onírica, más relativa a una pesadilla que a otra cosa. Ahora me pareces tan pequeño, mirándome desde ahí temblando de pies a cabeza. No voy a llorar por ti... nunca más. Nunca formé parte de tu juego porque simplemente jamás creíste que conmigo pudieras jugar. Ahora eres tú la mosca en mi red, y yo soy la viuda negra que te va a devorar. Pero primero vas a sufrir, que Dios te perdone antes de que te encuentren y no te reconozcan.
La música sigue latiendo y el color ha abandonado todo tu rostro, mientras yo sigo sonriendo. Has vivido sin saber lo que era el miedo, viéndolo reflejado en pieles ajenas, y vas a morir mirándolo a la cara. Lo último que oirás serás la melodía discordante que inunda este antro y la risa más psicótica que nadie haya escuchado jamás.
Baila conmigo por última vez, Judas. Si es que el terror te permite moverte. Baila conmigo mientras cierras los ojos e ignoras el dolor.
No me mires así. Sé que nunca me has visto bailar de esta forma.... Ignora la sangre que cubre mi cuerpo y miéntete pensando que es purpurina, para que no pueda colarme en tus pesadillas.
Sí, soy yo, y no te lo repito, imbécil.
Me deslizo entre los cuerpos sin vida que yacen bajo mis pies en una danza onírica, más relativa a una pesadilla que a otra cosa. Ahora me pareces tan pequeño, mirándome desde ahí temblando de pies a cabeza. No voy a llorar por ti... nunca más. Nunca formé parte de tu juego porque simplemente jamás creíste que conmigo pudieras jugar. Ahora eres tú la mosca en mi red, y yo soy la viuda negra que te va a devorar. Pero primero vas a sufrir, que Dios te perdone antes de que te encuentren y no te reconozcan.
La música sigue latiendo y el color ha abandonado todo tu rostro, mientras yo sigo sonriendo. Has vivido sin saber lo que era el miedo, viéndolo reflejado en pieles ajenas, y vas a morir mirándolo a la cara. Lo último que oirás serás la melodía discordante que inunda este antro y la risa más psicótica que nadie haya escuchado jamás.
Baila conmigo por última vez, Judas. Si es que el terror te permite moverte. Baila conmigo mientras cierras los ojos e ignoras el dolor.
miércoles, 17 de agosto de 2011
I (don´t) need a hero.
Ella era fuerte, más de lo que todos pensaban, incluso él.
Se envolvía con una fragilidad extraña, un gusto por lo delicado, con la manicura perfectamente arreglada y el arco de las cejas esquisitamente trazado. Por gusto, más que nada. Nunca hizo falta que fingiera que era débil, tampoco que fingiera lo contrario.
¿Por qué intentó siempre adaptarse a la situación? Jugar a ser la damisela en apuros, la señorita de tobillos flojos, con las manos en la boca a la hora de reírse, como hacen allá en Japón. ¿Por qué en otro momento cambiaba lo marcado? Se volvía impertinente, contestaba a cualquiera y escupía bofetadas con palabras. Buscaba hacer daño con una mirada y los labios fruncidos, contemplaba con altanería y buscaba encontrarse a sí misma en su reflejo.
¿Por qué intentó siempre gustar? Parecer algo que no era, entretenerse con la simulación, teatralizar y sobreactuar.
Quisiera ser quien te salve para que tú pudieras salvarme después. A quién pudieras recoger cuando tropiece con mis botas de bruja piruja sabiendo que no hay pilar más fuerte al que te puedas aferrar. Y cuando te envuelva la soledad y te de miedo lo absurdo cantaremos canciones estúpidas como en los campamentos, y cuando la oscuridad sea lo que más te atraiga, me pondré unos leggins de vinilo e iremos a algún garito de mala muerte...
Te prometo que jamás seré tu musa, no intentaré caerles bien a tus amigos y si tu madre me habla mal no querré volver a verla.
Pero yo no puedo ser siempre Lois Lane, yo también quiero ser Superman.
Se envolvía con una fragilidad extraña, un gusto por lo delicado, con la manicura perfectamente arreglada y el arco de las cejas esquisitamente trazado. Por gusto, más que nada. Nunca hizo falta que fingiera que era débil, tampoco que fingiera lo contrario.
¿Por qué intentó siempre adaptarse a la situación? Jugar a ser la damisela en apuros, la señorita de tobillos flojos, con las manos en la boca a la hora de reírse, como hacen allá en Japón. ¿Por qué en otro momento cambiaba lo marcado? Se volvía impertinente, contestaba a cualquiera y escupía bofetadas con palabras. Buscaba hacer daño con una mirada y los labios fruncidos, contemplaba con altanería y buscaba encontrarse a sí misma en su reflejo.
¿Por qué intentó siempre gustar? Parecer algo que no era, entretenerse con la simulación, teatralizar y sobreactuar.
Quisiera ser quien te salve para que tú pudieras salvarme después. A quién pudieras recoger cuando tropiece con mis botas de bruja piruja sabiendo que no hay pilar más fuerte al que te puedas aferrar. Y cuando te envuelva la soledad y te de miedo lo absurdo cantaremos canciones estúpidas como en los campamentos, y cuando la oscuridad sea lo que más te atraiga, me pondré unos leggins de vinilo e iremos a algún garito de mala muerte...
Te prometo que jamás seré tu musa, no intentaré caerles bien a tus amigos y si tu madre me habla mal no querré volver a verla.
Pero yo no puedo ser siempre Lois Lane, yo también quiero ser Superman.
martes, 16 de agosto de 2011
The bucket list.
-¿Sabías que los egipcios tenían una bonita concepción de la muerte? Al llegar sus almas a la puerta del cielo le hacían dos preguntas; de sus respuestas dependían que pudieran entrar o no.
-Estoy intrigado, ¿cuáles eran?
-¿Has encontrado la felicidad en tu vida?
>>¿Has proporcionado felicidad a otros?
-Estoy intrigado, ¿cuáles eran?
-¿Has encontrado la felicidad en tu vida?
>>¿Has proporcionado felicidad a otros?
sábado, 13 de agosto de 2011
La historia de mi vida.
Siempre en la búsqueda del instante perfecto, el lapso de tiempo único y preciso en el que es necesario llevar la acción a cabo, porque sientes que así debe ser. Estar en el momento y lugar oportunos, totalmente cohesionado con el espacio y el tiempo...
Así era él. Pasó su infancia sin salir a jugar, porque nunca era la hora correcta, el día idóneo para jugar con la pelota, el mejor momento para sacar las canicas...
Nunca llegó a graduarse: un gato negro se cruzó en su camino el día de su examen final y se dio media vuelta.
A ella nadie le pidió matrimonio. El viernes 13 no era el mejor día para pedírselo, y el sábado 14 cerró para siempre los ojos.
Era escritor, no porque escribiera, claro. Profetizó novelas, romances, dramas y liras que llegarían cuando fuera el momento de escribirlos.
Llegó a buscarle un 22 de enero. Le encontró en su escritorio, delante de un cuaderno y con una pluma en la mano, escribió sus últimas palabras.
A la mañana siguiente encontraron el cuaderno, la primera página estaba presidida por una frase escrita con letra apresurada: ''La historia de mi vida''.
El resto estaba en blanco.
Así era él. Pasó su infancia sin salir a jugar, porque nunca era la hora correcta, el día idóneo para jugar con la pelota, el mejor momento para sacar las canicas...
Nunca llegó a graduarse: un gato negro se cruzó en su camino el día de su examen final y se dio media vuelta.
A ella nadie le pidió matrimonio. El viernes 13 no era el mejor día para pedírselo, y el sábado 14 cerró para siempre los ojos.
Era escritor, no porque escribiera, claro. Profetizó novelas, romances, dramas y liras que llegarían cuando fuera el momento de escribirlos.
Llegó a buscarle un 22 de enero. Le encontró en su escritorio, delante de un cuaderno y con una pluma en la mano, escribió sus últimas palabras.
A la mañana siguiente encontraron el cuaderno, la primera página estaba presidida por una frase escrita con letra apresurada: ''La historia de mi vida''.
El resto estaba en blanco.
viernes, 12 de agosto de 2011
El vals de las mariposas.
-¿Quieres bailar conmigo?
Y como el recuerdo de dieciocho mil sonrisas, tropecientos millones de caídas de párpados y billones de estupideces dichas, pensadas y sentidas se balancean en mi estómago las mariposas suicidas con ganas de bailar el vals desacompasado que interpreta la orquesta de la verbena fúnebre. Se mecen en sus sogas, con los ojos cosidos y una falaz sonrisa, cual espectro humillado llevan a cabo un patético paripé al verse bailando la melodía discordante que va inundando cada galería por la que circula mi sangre.
Incluso mis piernas se contagian de la danza nauseabunda y tiemblan descaradamente burlándose de la última brizna de cordura que se agarraba con fuerza a mi cabello, se envenena mi sonrisa con el tóxico polvo feérico y después, como una exhalación, estoy fuera de lugar.
La convulsión se vuelve tan insoportable en mi estómago que sólo se me ocurre vomitar mentiras y escupir lágrimas, esgrimiendo una nostalgia mutilada que se ríe de mí.
-Bailaré contigo, pero eso no implica que vaya a hacerlo bien.
Y como el recuerdo de dieciocho mil sonrisas, tropecientos millones de caídas de párpados y billones de estupideces dichas, pensadas y sentidas se balancean en mi estómago las mariposas suicidas con ganas de bailar el vals desacompasado que interpreta la orquesta de la verbena fúnebre. Se mecen en sus sogas, con los ojos cosidos y una falaz sonrisa, cual espectro humillado llevan a cabo un patético paripé al verse bailando la melodía discordante que va inundando cada galería por la que circula mi sangre.
Incluso mis piernas se contagian de la danza nauseabunda y tiemblan descaradamente burlándose de la última brizna de cordura que se agarraba con fuerza a mi cabello, se envenena mi sonrisa con el tóxico polvo feérico y después, como una exhalación, estoy fuera de lugar.
La convulsión se vuelve tan insoportable en mi estómago que sólo se me ocurre vomitar mentiras y escupir lágrimas, esgrimiendo una nostalgia mutilada que se ríe de mí.
-Bailaré contigo, pero eso no implica que vaya a hacerlo bien.
viernes, 5 de agosto de 2011
Infinite.
La infinidad se presenta demasiado corta a través de tu espalda.
El reflejo del sol ciega mis ojos, y me escudo en las barricadas que extiende tu cuerpo. Refugiándome por un momento de todo cuanto pasa a nuestro alrededor. El mundo sigue siendo mundo, pero para mí se ha cerrado en torno al yin y el yang que dibujamos en la hierba. Por un segundo no es un recuerdo, nada lo es. Es el instante que se está viviendo, simple y llanamente. Es tu sonrisa y mi risa pseudo psicótica de fondo, que empieza a brotar por nada, pero que no cesa. Es la paz que se refleja en tus ojos, es la piel suave que no paro de acariciar, son tus dedos navegando en mi espalda, la línea discontínua que dibujan tus lunares y mi pelo cayendo libre en un intento suicida de oscurecer mi visión, pero tus manos no se lo permiten.
Es esa dulzura que se te escapa, que brota torpemente por mucho que la vez para tu cama se agote tan deprisa. La tranquilidad que se mezcla con suspiros, el anhelo de congelar la imagen de la luz que se proyecta sobre ti, desdeñado al instante por la magia del momento. La salvación que siempre llega cuando estoy al borde del precipicio. La historia que todos ven pero que juega a que nunca cuaja.
Es una lengua de colorines, pero unos labios que jamás se acercan.
Y un corazón, que tiene miedo de que estos lo hagan y de que no. Pero que dejando a un lado el miedo, se muere de ganas.
El reflejo del sol ciega mis ojos, y me escudo en las barricadas que extiende tu cuerpo. Refugiándome por un momento de todo cuanto pasa a nuestro alrededor. El mundo sigue siendo mundo, pero para mí se ha cerrado en torno al yin y el yang que dibujamos en la hierba. Por un segundo no es un recuerdo, nada lo es. Es el instante que se está viviendo, simple y llanamente. Es tu sonrisa y mi risa pseudo psicótica de fondo, que empieza a brotar por nada, pero que no cesa. Es la paz que se refleja en tus ojos, es la piel suave que no paro de acariciar, son tus dedos navegando en mi espalda, la línea discontínua que dibujan tus lunares y mi pelo cayendo libre en un intento suicida de oscurecer mi visión, pero tus manos no se lo permiten.
Es esa dulzura que se te escapa, que brota torpemente por mucho que la vez para tu cama se agote tan deprisa. La tranquilidad que se mezcla con suspiros, el anhelo de congelar la imagen de la luz que se proyecta sobre ti, desdeñado al instante por la magia del momento. La salvación que siempre llega cuando estoy al borde del precipicio. La historia que todos ven pero que juega a que nunca cuaja.
Es una lengua de colorines, pero unos labios que jamás se acercan.
Y un corazón, que tiene miedo de que estos lo hagan y de que no. Pero que dejando a un lado el miedo, se muere de ganas.
miércoles, 3 de agosto de 2011
martes, 2 de agosto de 2011
Six choses impossibles avant le petit-déjeuner.
Soy capaz de creerme seis cosas imposibles antes del desayuno.
Soy capaz de creer que vendrás a despertarme con un beso, como a la bella durmiente. Que mi gato saltará sobre mi tripa para que le acaricie. Que mi zumo de mora me hará encoger, pero que el bizcocho de chocolate conseguirá que crezca. Que vaya a sonar mi canción favorita en la radio y que pongan Big Fish en la tele...
Pero no puedo dejar que me hagas creer que no soy capaz de lograr lo que quiera.
Lo siento, mamá, soy capaz de creerme seis cosas imposibles antes del desayuno. Pero lo que tú me pides va más allá de mis límites.
Si he de arrepentirme será después de haberlo hecho.
Soy capaz de creer que vendrás a despertarme con un beso, como a la bella durmiente. Que mi gato saltará sobre mi tripa para que le acaricie. Que mi zumo de mora me hará encoger, pero que el bizcocho de chocolate conseguirá que crezca. Que vaya a sonar mi canción favorita en la radio y que pongan Big Fish en la tele...
Pero no puedo dejar que me hagas creer que no soy capaz de lograr lo que quiera.
Lo siento, mamá, soy capaz de creerme seis cosas imposibles antes del desayuno. Pero lo que tú me pides va más allá de mis límites.
Si he de arrepentirme será después de haberlo hecho.
lunes, 1 de agosto de 2011
Brokenpromiseland.
Y aquí estamos. Dejando atrás la Tierradelaspromesasrotas, con una funda de guitarra rajada y un montón de cartas sin escribir.
Con tu sonrisa aún insertada en mi memoria, mientras voy caminando en el mismo sentido que los coches por el asfalto humeante. Casi consigo notar la asfixia de mis botas por su suela abrasada.
No hay vuelta atrás, ni siquiera me molestaré en girar la cabeza. Como a Adán y Eva, a mí también me han expulsado del paraíso. Se cerró la puerta que escondía todos tus dientes y no se volverá a abrir. Se veía venir, pero no quise mirar.
Sigo andando, y sigo pensando, me sujeto el sombrero y me ajusto las Ray Ban, estoy demasiado lejos de casa, si es que ahora queda algún sitio para mí. Mi hogar eras tú. Tu vientre el espacio preferido de mi cabeza para reposar y tus labios el lugar donde calmar toda mi sed. Te fuiste, borrón y cuenta nueva, olvidando todas las promesas que me hiciste. Sola no podía quedarme allí. A ti poco te importó, ¿verdad?
Ya da igual, he tenido cuatrocientas millas para olvidarte, y aún no lo he conseguido. Maldita sea, ¿con qué tinta esbozaste tus recuerdos? Ahora no se borra, y nuestro tatuaje secreto tampoco. Te odio tanto. Y lo peor es que no sé dónde te has metido. Te esfumaste antes que yo, y en esta carretera solo hay partículas de polvo y soledad. No se te ve por ninguna parte. ¿Ahora qué hago? Seguir andando es mi única opción, tal vez llegue a alguna parte.
Sí, eso haré. Entraré con mis botas de punta metálica al primer café de carretera que encuentre, y ahora seré yo misma. Un yo inventado por mí, sólo por mí. Que no escuche consejos de belleza ni órdenes encubiertas sobre el gusto del carácter de la única persona a la que escuchas.
Y si por casualidad estás allí, me quitaré las gafas, pero dejaré el sombrero. Te sonreiré y te diré:
''¿Nos hemos visto antes?''
Antes de que cualquiera se ofrezca a llevarme en su coche para que no tenga que seguir andando por esta estúpida carretera que se aleja de la Tierradelaspromesasrotas.
Con tu sonrisa aún insertada en mi memoria, mientras voy caminando en el mismo sentido que los coches por el asfalto humeante. Casi consigo notar la asfixia de mis botas por su suela abrasada.
No hay vuelta atrás, ni siquiera me molestaré en girar la cabeza. Como a Adán y Eva, a mí también me han expulsado del paraíso. Se cerró la puerta que escondía todos tus dientes y no se volverá a abrir. Se veía venir, pero no quise mirar.
Sigo andando, y sigo pensando, me sujeto el sombrero y me ajusto las Ray Ban, estoy demasiado lejos de casa, si es que ahora queda algún sitio para mí. Mi hogar eras tú. Tu vientre el espacio preferido de mi cabeza para reposar y tus labios el lugar donde calmar toda mi sed. Te fuiste, borrón y cuenta nueva, olvidando todas las promesas que me hiciste. Sola no podía quedarme allí. A ti poco te importó, ¿verdad?
Ya da igual, he tenido cuatrocientas millas para olvidarte, y aún no lo he conseguido. Maldita sea, ¿con qué tinta esbozaste tus recuerdos? Ahora no se borra, y nuestro tatuaje secreto tampoco. Te odio tanto. Y lo peor es que no sé dónde te has metido. Te esfumaste antes que yo, y en esta carretera solo hay partículas de polvo y soledad. No se te ve por ninguna parte. ¿Ahora qué hago? Seguir andando es mi única opción, tal vez llegue a alguna parte.
Sí, eso haré. Entraré con mis botas de punta metálica al primer café de carretera que encuentre, y ahora seré yo misma. Un yo inventado por mí, sólo por mí. Que no escuche consejos de belleza ni órdenes encubiertas sobre el gusto del carácter de la única persona a la que escuchas.
Y si por casualidad estás allí, me quitaré las gafas, pero dejaré el sombrero. Te sonreiré y te diré:
''¿Nos hemos visto antes?''
Antes de que cualquiera se ofrezca a llevarme en su coche para que no tenga que seguir andando por esta estúpida carretera que se aleja de la Tierradelaspromesasrotas.
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