domingo, 16 de febrero de 2014

Distancia

Escucho tu silencio.
                    Oigo
constelaciones: existes.
                        Creo en ti.
                                    Eres.
                                          Me basta.

Ángel González

Distancia son los 90 km que nos separan cada noche. El dormir en una ciudad distinta, otra comunidad autónoma. Distancia son los fines de semana sin tu voz en mi oído, sin los abrazos en el coche. Distancia es no saber cuándo será el día más pronto para verte. Distancia es una hora y cuarto de autobús para dar un paseo contigo.

Pero no es verdad. Distancia no es no verte entre semana. Distancia no es hablar por teléfono. Distancia no es echarte de menos en todos los segundos pares. Distancia no es cerrar los ojos y ver los tuyos. Distancia no es que mis manos echen de menos tus rizos. No es distancia sentirte conmigo aunque no estés. No es distancia soñar despierta con mi cabeza reposando en tu pecho desnudo. Distancia no es que suene en mi cabeza cada dos por cuatro 'wish you were here'. Distancia no es no querer salir un domingo si no es a por un té de frutas contigo. Distancia no es odiar toda boca de metro que no traiga la tuya a la mía. Distancia no es ver películas en línea espacio-tiempo no coincidente, ni pasar tiempo así contigo. Distancia no es cuando vuelan las horas hablando. Distancia no es que se me enfríe el café por escribirte. Distancia no es dejar un libro por leerte a ti.

Distancia, mi vida, no es lo que siento entre nosotras aunque no estés conmigo. Distancia es lo último que siento cuando tus palabras ''hacen que bajen los latidos del corazón a la entrepierna''. Distancia es lo único que no me hace llorar de todas las cosas tristes por las que lloro; el echarte de menos no entiende de kilómetros. Me daría lo mismo tenerte esperando en la puerta de mi casa si no puedo salir a abrazarte. La distancia no duele, solo podría dolerme la ausencia, y esa, por todo lo anterior, no echa raíces entre nosotras.



No, distancia no es eso. Pero una bofetada de distancia es, por ejemplo, estar un sábado por la noche intentando bailar y que a un golpe de cabeza alguien lleve tu perfume.
Y huela a tu cuello
y yo maldiga,
porque no sepa
dónde agarrarme.

lunes, 10 de febrero de 2014

Pájaros

...quiere ser golondrina, quiere ser mariposa...

Volar. Cómo no mirar al cielo y soñar con ser un pájaro, con llegar a cualquier parte tan solo abriendo las alas. Revolotear entre los sueños que agita la poesía y hacer cosquillas a tus poros con las plumas. Construir un nido. Salir volando cada vez que lo necesitemos.
Siempre creí que ser pájaro era la huida. Que las golondrinas de Bécquer se fueron a ser felices, dejándonos solos aquí, añorando ser pájaro sin poder jamás serlo; como una cadena perpetua con brazos por cadenas, en lugar de alas.

Siempre pensé en una casa con una jaula abierta colgada del techo. Y pájaros de cartulina negra volando en mi pared.
Sigo creyendo en la libertad y sigo odiando las jaulas. Me deshago en lágrimas cuando me siento entre barrotes y me deshago en estruendos cuando me despeina el viento. Sigo creyendo en la libertad y contigo he aprendido una nueva forma de ser libre.

Cómo no quererte si me vuelves pájaro. Si tienes ojos de cielo y yo vivo en las nubes desde que me miras. Cómo no reír si vuelo cuando me rozas, si revoloteo entre sueños cada vez que me robas el beso de la comisura que nace cada vez que sonríes. Cómo no ser golondrina cuando me envuelves y me acaricias las alas por la noche, cuando me apartas el pelo y yo me cuelgo de los rizos que caen sobre tu frente.


¿Por qué conformarse con mirar el atardecer si puedes salir volando hacia el sol que muere.
Creo que voy a dejar de pedirte que te cases conmigo y voy a inventar otra pregunta. ¿Quieres ser pájaro y que volemos juntas?