jueves, 25 de julio de 2013

De precipicios y pestañas.

Me sabe la boca a triste y en el pecho me escuece el Atlántico. Sé que sabes que a veces me caigo, y tal vez sea cierto que no sepa levantarme sola. Pero, amor, por el aleteo de tus pestañas muero dos veces y resucito una tercera. Y no hay manera humana de no pensarte veinticinco horas al día. Todos los días de la semana.
Eres mi coordenada sintáctica y geográfica favorita. Y este nexo copulativo, mi certeza preferida. Y si tuviera que subordinar algo, sería ese tiempo que no existe, para invertirlo en cosquillas en tu espalda.
Pero no hemos venido a hablar de cuánto te quiero, de cuánto te admiro, de cuánto me gusta tenerte. Era solo una declaración, una excusa, un texto como pretexto de que, si me sabe la boca a triste, es porque te vas. Y si, por algún casual -o yo no sé por qué circunstancias del destino- ves que en mis ojos brilla un haz de luz, es porque cuando vuelva a verte, te querré mejor después de haberte tenido lejos, y que si me escuece el Atlántico en el pecho, es de los besos de sal que te di, que se me han metido muy dentro, y por eso lloro, a veces. Y sé que no sabes, aunque deberías saberlo, que si me caigo, y es cierto eso que dices, y no sé levantarme sola, es porque algunas veces fuimos nubes con la mente, y duele la realidad, de vez en cuando, al salir de la burbuja y respirar el aire de fuera.  Y creo que deberías saber, también, que lo único que callo cuando crees que me escondo, son mis miedos para que no te hagan daño, pero que ninguno lleva tu nombre, y que creo en ti como te pedí que creyeras tú en mí. Y también quiero que sepas que la justicia poética no existe, porque tengo la metáfora más bonita del mundo suspirando en mi cama, y eso no puede ser justo. Y si me sabe la boca a triste, igual es por el aire que exhalo justo antes de saltar al precipicio. Ese que se extiende ante mis ojos cada vez que abres los tuyos
y los cierras... para volver a abrirlos un instante después, y es justo en ese momento, cuando me colgaría de tus pestañas, y viviría eternamente en el mar de cielo de tus párpados.





Recuerda que si caímos en picado es porque a veces fuimos nubes con la mente.

6 comentarios:

Venga, no te vayas así. Delira un poco :)