¿Qué se supone que soy yo? ¿La criatura de un Frankenstein borracho, un androide defectuoso, una copia con delirios de grandeza? Soy una proscrita, una prófuga de esta injusticia, un montón de cables y chatarra que salió mal. ¿Por qué tuve que ser yo entre tantos? ¿Por qué sólo yo, condenada a sentir cosas que no debería sentir. Que están mal. Que están prohibidas. Sólo yo, para no poder siquiera huír con alguien a algún rincón deshabitado de este infierno en la Tierra. Sola. Condenada. Con un montón de pájaros sin plumas en la cabeza y unas cuantas mariposas muertas en el estómago...
Qué sabrán ellos de ética y de moral. Ellos con su mierda de sentimientos artificiales, con sus emociones de garrafón y nuestra sangre de almidón. Qué sabrán ellos de mí y qué sabrán de sí mismos y de lo que hacen.
Ojalá hubiesen tenido más cuidado con su estúpida artesanía macabra. Ojalá hubiesen puesto más de sus vacías almas en sus juguetes de piel y electricidad. Ojalá no hubiesen equivocado los cables, colocado mal los engranajes..., ojalá... no se hubiesen dado cuenta...

Porque no soy más que un defecto de fábrica. Condenada a sentir anhelos que están prohibidos para mí. Que no están bien. Que son sólo fallos químicos de un sistema nervioso mal instalado. No dejaré que me destruyan. Y aunque sea sólo una absurda máquina, no creo que ninguno de esos mundanos que escriben sobre cosas que para nosotros están denegadas haya sabido nunca con tanta exactitud y certeza aquello de que el amor no es para mí.
Y gracias a que me dieron esta sátira de vida, yo acabaré con la suya.