Si es cierto aquello que
Shakespeare imaginó, si realmente la vida es un escenario y nosotros somos sus patéticos actores, opino que es totalmente necesario distinguir entre los distintos tipos que podríamos encontrar...
Estarían los que dicen ser buenos actores. Aquellos que alegan un control absoluto de todo lo que acontece mientras escupen parrafadas y deliran verborrea con una sobrada grandilocuencia ensayada frente a un espejo y se convencen de que el resto se traga su insulsa ficción, sus exacerbadas declaraciones de amor y sus trágicas despedidas. Luchan por convertirse en el personaje que inventaron aunque se pierdan a sí mismos en el intento, buscando quimeras y amores imposibles porque no son más que cobardes...
Allí, sentados al borde y con los pies colgando del escenario están los magníficos comediantes cuyo pánico escénico les impidió actuar y los relegó al puesto de criticar a todos los demás sin hacer nada de provecho. Ellos son una vez más, los que alimentan su hedonismo con
chutes de resignación y asco por lo que los rodea, sin querer cambiar nada de su asquerosa burbuja porque lo malo conocido, por muy corrompido que esté siempre será mejor que lo bueno por conocer.
Más allá están aquellos que aseguran no pintar nada, que admiran a los elocuentes y que se tragan sus guiones de amor. Abandonando su obra para invertir en drama y
desesperación al verse solos cuando los primeros se cansan de ser quienes no son.
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Arlequines que sufren de grandeza e intentan dirigir a todo aquel que circula a su alrededor. Aquellos que roban líneas al prójimo; esos que siempre soñaron con el papel de otro, los que tienen complejo de tramoyistas. Pobres que jamás imaginarán tal cosa y algunos que se levantan angustiados porque en el estoico escenario de su mente no hay sitio para todos.
Colombinas que se escriben su propio papel y
Pierrots que ya se han cansado de la Luna.
Y allí al fondo un omnipresente espectador, que
anónimamente dirige la obra, y que cuando se cansa de nosotros, cuando se aburre de nuestra
sobreactuación nos despide y nos deja sin líneas y sin tiempo...