Y cuando ya estaba a punto de dar por perdido el día y a un paso de sucumbir al placer mortuorio de la rutina planificada a la desesperada en un vano intento de no dejar huecos libres al pensamiento irrefrenable del olvido mal curado, llegaba con su sonrisa de plata el Poeta sin versos, a dejarla con cuatro líneas y dos puntos suspensivos en el limbo de la esperanza alcanzable.
Y sumado a todo esto, había de decir que consiguió arreglar el lápiz de ojos que ya no sabía hacer líneas rectas con el que escribió esto.
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Venga, no te vayas así. Delira un poco :)