La perfección tiene nombre

Sí, la perfección tiene un nombre, nombre de hombre, el de aquel último rey visigodo y el de nuestro Cid Campeador.

Acostumbra a andar con informal elegancia, emanando un aura de misterio, tras su aparente timidez.

Cuando nuestras miradas se conectan siento todo desvancer, solo importan sus ojos. A través de ese cristal marrón no puedo ver nada que me ayude a comprender, y su mirada seria no contribuye a ello.

Es injusto que el mundo esté tan mal repartido, el día que daban atributos él se los llevó todos, y por supuesto yo no estuve y no me tocó nada.

Seguiré fascinandome con su figura, su deslumbrante sonrisa torcida y sus caídas de párpados.

Seguiré perdiendo la razón cada vez que sus rizos sean liberados de su atadura y caigan libres sobre sus hombros.

Seguiré caminando en el aire mientras sueño con él...

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