"Con ella el tiempo no se paraba,
iba hacia delante.
Como la vida cuando es vida."
Elvira Sastre
Ya no leo ni escribo en papel. Ahora solo tengo ojos para mirarte, hasta cuando los cierro y respiras a cinco centímetros de mí en una cama de ochenta. Ahora ya no sueño, solo aprieto los párpados y pienso qué será lo siguiente. Cuál será el próximo rincón donde volvamos a besarnos, si será otro puente, si será otra ciudad. A dónde llegaremos si vamos de la mano.
Recorrer kilómetros no me cansa contigo, y menos si recorrerte hace que me descansen los pies y el alma.
Te he visto con la luz de muchas ciudades. Te he besado en todos los puentes en los que te escribí que algún día te besaría. Y no siento que haya cumplido sueños. Solo siento que mi vida va en la buena dirección, y que necesito seguir andando. Contigo.
He aprendido que en cada sitio donde suspiramos, al dejar huella, no nos volvemos más pequeñas, sino más grandes. Que casa eres tú, nosotras y la burbuja que se expande a medida que respiramos en la misma dirección.
Me he dado cuenta de que contigo el tiempo no se para, vuela, pero es eterno. Fluye, te alborota el pelo, te trastoca los rizos, te tuerce la sonrisa, me hace salir mal en las fotos, me hace llorar al ver un cuadro, me hace guardar aire en frascos, nos empapa la boca, nos inunda las manos...
... va hacia delante. No promete, solo cumple. No pronuncia un para siempre, solo brota. Solo se mueve.
Recuerda: lo único constante es el cambio.