viernes, 20 de julio de 2012

Abstracción.

Abstraer.
(Del lat. abstrahĕre).


1. tr. Separar por medio de una operación intelectual las cualidades de un objeto para considerarlas aisladamente o para considerar el mismo objeto en su pura esencia o noción.

2. intr. Prescindir, hacer caso omiso. prnl.

3. prnl. Enajenarse de los objetos sensibles, no atender a ellos por entregarse a la consideración de lo que se tiene en el pensamiento.



Ahí está ella. Abstrayéndose. Haciendo caso omiso a todo lo que ocurre a su alrededor. Está en un estado de enajenación total y absoluto mientras él habla. Hace rato que ha perdido el hilo de la explicación. No importa, si tiene que examinarse en septiembre lo volverá a ver, por lo menos. Y ahí están otra vez, los ojos que todo lo saben, los ojos de sabio, los ojos que van a juego con los suyos.

Ahí está él. Dándose cuenta de que ella está otra vez distraída, pero se ha prometido no prstarla atención. Que veinte años no es nada, cantan en su cabeza, y se siente aún más viejo. Se le enlaza la letra de la canción con el racionalismo y Descartes y suelta alguna estupidez. Sólo las risas del gentío que estaba algo atento o que se carcajean por inercia consiguen que ella levante la mirada de su boceto a mano alzada sobre el verde radiactivo e insalubre de contrachapado. Ahí están otra vez, los ojos que irradian inteligencia, los ojos que llevan dieciséis años viendo, los ojos enormes que ocupan todo el espacio.


Y ahí están ellos. Escondiéndose de un porqué que alguien inventó. Teniendo las dudas que otros escribieron para ellos y repitiendo las palabras que alguna vez oyeron. ¿y dónde está el mal y el bien? ¿Y dónde se guardan las alianzas marchitas y la inocencia que ya solo se traga papá más que en tarros de violetas de caramelos? ¿Y quién dice qué es lo correcto? ¿Y quién tiene la culpa de que el tiempo estornudara dejando un vacío de algunos años desubicados?

¿Y quién le manda a ella? El gusto masoquista por amores imposibles era una cosa, pero ¿esta estupidez? ¿Y quién le manda a él? Si los pliegues de su frente sólo se pueden comparar con los de su falda.




¿Y la risa? Ay, la risa... de niña, o de mujer. De ella.



miércoles, 11 de julio de 2012

Feliz cumpleaños.

Siempre hay alguna estrella que sobresale en los pueblos sombríos. De esas que ríen carcajadas que contagian gérmenes de felicidad, de esas que parecen hadas salidas de algún cuento. De esas a las que los maestros mandan callar por hacer demasiado ruido. De esas que lo revuelven todo y luego no recogen nada. Siempre hay alguien que llama la atención mientras todos los demás piden silencio.

Con el platino de su pelo brillaba aunque no quisiera entre todos los demás niños del pueblo. De todas formas, ese pueblo siempre tuvo algo mágico, y no era nada extraño que una estrella hubiera nacido allí. Contaban que alguna abuela lejana suya había sido una de ellas, pero eso solo fueron historias para niños, que acabarían desvaneciéndose con los años, al igual que todas aquellas historias en las que una se enamora del chico malo y luego llega uno bueno para salvar su corazón y su alma...

Ella sólo quiso ser feliz. Pero ya se sabe, con el soplido de las velas se evaporan los sueños. Luego llegan las frases inconexas, las cáscaras de amores vacíos, las lágrimas de cocodrilo. A veces no se es suficiente. Las estrellas necesitan ser felices para brillar, pero a muchas personas les ciega la luz o la simple idea de tener las cosas claras. Las estrellas son ingenuas por naturaleza, no ven maldad en gente a la que quieren, solo ganas de ayudar y ayudarse a sí mismas con ello. Pero con los suspiros del alma también se evaporan los sueños. No puedes salvarte siempre. Con el humo de las velas también se esfuman las ganas.



En su último cumpleaños, soplando las velas terminaron de evaporarse sus sueños. Gracias a Dios, fue porque los había cumplido todos. A veces hay que salvarse a uno mismo, por mucho que duela. A veces los demás deberían dejarse salvar un poco. Para eso están las estrellas, para brillar con la felicidad que producen en otras personas.

Y para reír estrepitosamente como si estuvieran chifladas.